Por Enrique Cruz
Hace poco más de 25 años asistí a un curso sobre autoestima basado en los trabajos de L.S. Barksdale. En él se mostró un diagrama del comportamiento humano que me hizo mucho sentido.
El diagrama es el siguiente:

En el diagrama se muestra que el nivel de conciencia imperante, que se relaciona con el nivel de claridad con que se observa y se asimila, tanto consciente como no conscientemente todo lo que afecta la vida, está determinado por las tres variables mostradas; y que a su vez una de ellas, la experiencia total en la vida, alimentada por el ciclo indicado, además contiene el impacto total del ambiente, o influencia de los grupos con los que se interactúa.
Así, el nivel de conciencia imperante determina los valores de la persona, los cuales a su vez generan sus deseos y necesidades y, dentro de éstos, siempre destacará en un momento determinado una necesidad dominante o motivante, que generará tensión y obligará a tomar decisiones y acciones que le acarrearán consecuencias, que a su vez alimentará su experiencia en la vida y continuará el ciclo.
Basado en este diagrama, se puede observar las variables en las cuales se puede influir para hacer un cambio, que si bien no es un asunto fácil, es posible siempre.
Cambiando los entornos con los que se interactúan o bien haciendo un trabajo en el conocimiento interno, dejando espacio a la intuición, se puede facilitar el cambio en el comportamiento humano. Además de ello, poniendo atención, desarrollando curiosidad y deseando genuinamente aprenderlas lecciones que se desprenden de las experiencias diarias, que son precisamente las consecuencias de las propias acciones, se puede dar un paso importante para el cambio. Ello, paulatinamente, puede acercar a cada individuo al ser en que se desee convertir, y parafraseando a Joe Dispenza, dejar de ser quien se era.



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