Por Enrique Cruz
¿Qué transformaciones personales y cambios en el modo de pensar e interactuar deben ocurrir para formar organizaciones que promuevan el aprendizaje?
Peter Senge señala que si se desea hacer una transformación personal será necesario construir una comunidad de aprendizaje que la fomente. Pero, señala él, que todo intento por cambiar la forma en que se actúa, se enfrentará con tres herencias de la cultura, que son: la fragmentación, el espíritu de competencia y la tendencia a reaccionar.
La fragmentación alude a que mientras los retos que se enfrentan son sistémicos, éstos se dividen en las partes que lo componen. Se forman funciones, grupos y divisiones o departamentos entre ellos con la idea de resolverlos. Por tanto, el conocimiento que se obtiene de ellos se genera mediante la acumulación de fragmentos de información sin poder observar el sistema como un todo. Así, al querer resolver los retos sólo se atacan los síntomas y se descuidan las causas. Esto propicia que cuando algo no funciona, un mecanismo de defensa sea culpar a los demás. Las divisiones establecidas afectan también el modo de pensar, lo cual está asociado, de alguna forma, a una cierta identidad dentro de aquellas.

Por otro lado, el espíritu de competencia puede nublar la visión, pues, como señala Senge, se pierde el sano equilibrio entre competencia y colaboración, cuando esta última es clave para resolver los diversos retos sistémicos que se enfrentan. Esto puede conducir a enfrentamientos en la organización, cuando lo que debería imperar es la colaboración. Este proceso lleva, señala el autor citado, a que aparentar sea más valorado que ser. De esta forma aparecen las defensas y también la dificultad para decir: “no sé”.

La tendencia a reaccionar se da, señala Senge, como respuesta a fuerzas externas al individuo, cuando las fuentes del aprendizaje verdadero son la aspiración, la imaginación o la experimentación. Senge señala que la tendencia a reaccionar se aprende en la escuela, en donde se acostumbra a resolver los problemas que otros ponen y en donde se escribe lo que otros piden.
Así, ser aceptado por los demás se hizo más importante que ser uno mismo.
Pero, resolver problemas es distinto a crear, puesto que, al resolver, señala Senge, se busca que algo desaparezca, mientras que en la creación se busca que algo emerja. En la creación el motivo es interior, en la resolución de problemas el motivo es ajeno a la persona.

El autor citado señala que la fragmentación, el espíritu de competencia y la tendencia a reaccionar no son problemas por resolver sino patrones de pensamiento que deben desaparecer en las organizaciones que promueven el aprendizaje.
El propósito último es crear, que surja algo nuevo y que haya un compromiso genuino con el cambio.
Los líderes actuales deben tener muy presente las tres herencias culturales para diseñar estrategias que incidan positivamente, de manera que en el comportamiento individual dentro de las organizaciones se privilegie la proactividad, el trabajo colaborativo y la visión no fragmentada. Hoy esto es cada vez más un imperativo, no para estar resolviendo los cada vez más complejos retos del mundo actual, sino para crear un mejor mundo para todos.
En mi opinión, aunque en la formación actual en las instituciones educativas hay poco espacio para examinar la unidad, básicamente por el pragmatismo y velocidad imperante dentro de ellas, se están haciendo esfuerzos que apuntan a la búsqueda de la integración del conocimiento mediante la interdisciplinariedad.



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