El Aprendizaje

Por Enrique Cruz

Un rasgo fundamental del ser humano es su capacidad de aprender, pero para que ésta se potencialice deben cumplirse algunas condiciones. Además, habrá que reconocer que cada persona tiene un cerebro y proceso de maduración distinto que el docente debe considerar al diseñar las actividades de aprendizaje

El aprendizaje o adquisición de nuevos conocimientos, habilidades, valores, conductas o competencias se pueden adquirir a través de la inteligencia, conocimientos previos, experiencia y motivación.

Según la neurociencia, el proceso de aprendizaje se realiza a través de la codificación, almacenamiento y evocación de la información y ocurre a través de las conexiones o sinapsis entre neuronas del cerebro. Estas conexiones dan base a la memoria y sirven para adquirir otras habilidades. De manera particular las llamadas neuronas “espejo” o especulares, toman relevancia cuando se pretende que se aprenda algo por imitación.

El neurocientífico Stanislas Dehaene reconoce cuatro elementos o etapas esenciales para aprender: la atención, el compromiso activo, la retroalimentación o corrección del error y la consolidación.

Así, el primer reto del docente es captar la atención, llevando a los estudiantes al punto exacto en donde se debe prestar la misma; posteriormente, dentro del compromiso activo, vendrán las conjeturas, hipótesis y preguntas de los estudiantes, reflejo de su compromiso, o bien hacer una práctica, con el fin de apropiarse del conocimiento. Después debe existir un proceso de retroalimentación, para identificar el nivel de desempeño así como los posibles fallos o errores y corregirlos inmediatamente. Finalmente, en la etapa de consolidación, se podrán resolver diversos ejercicios o problemas con objeto de tener cabal dominio de lo aprendido. Dehaene indica, al igual que otros investigadores, que la consolidación del aprendizaje se refuerza con el sueño.

El aprendizaje en el aula se facilita significativamente con la voluntad del aprendiz, expresada en tres etapas:

1 – Tener la humildad de reconocer que no se sabe lo que se desea aprender.
2 – Reconocer que ahí existe alguien que puede ayudar, es decir, reconocer que el docente es competente para facilitar el aprendizaje.
3 – Otorgarle el permiso al docente de hacer su trabajo.

Para que ocurra este proceso es fundamental la relación o vínculo que se establece entre el docente y los estudiantes, el respeto y confianza mutua. El docente, con la actividad que diseña, a fin de lograr el objetivo planeado, pondrá su parte en la consecución de éste.

Pero el proceso de aprendizaje podría consistir también en desaprender algunas ideas incorrectas, reorganizar lo que ya se sabía o sencillamente darle mayor estructura a lo que ya se conoce.

Por otro lado, si se desea acceder a un conocimiento teórico, por ejemplo una ley de la física, en primer término los estudiantes deben aprender los conceptos involucrados en dicha ley. Posteriormente ellos procesarán cognitivamente las implicaciones de la misma, para lo cual usarán su experiencia o conocimientos previos y luego la empezarán a fijar o almacenar en el cerebro. Finalmente ese conocimiento se lleva a la práctica, ya sea a través de un problema o una situación de la vida real mediante una experiencia concreta a fin de asimilarlas ideas y obtener, como indica Dehaene, una retroalimentación del docente acerca de lo aprendido o una señal de error.

Pero para facilitar el aprendizaje, además de usar un lenguaje acorde al auditorio y diseñar un ambiente permisivo que estimule la creatividad, el docente debe emplear desafíos acorde a las habilidades de sus estudiantes con el fin de conducirlos a un estado donde ellos puedan “fluir” o llegar a un estado de experiencia óptima, como señala Mihaly Csikszentmihalyi.

Ahora, dentro del proceso de aprendizaje se han introducido algunos cambios, entre ellos destacan que el acceso a la información es distinto y la interacción con el docente se ha modificado, puesto que puede ocurrir en todo lugar y momento, no sólo en la escuela. Además de ello, ha habido un corrimiento hacia el conocimiento práctico, dejando de lado, cuando menos un poco, el aspecto teórico. Sumado a lo anterior se ha intensificado el empleo de tecnología, como los sistemas de gestión del aprendizaje, realidad virtual y aumentada, inteligencia artificial, etc.

En este contexto, considero que entre los retos más significativos que enfrentan en el aula los docentes para lograr que los estudiantes logren los aprendizajes esperados, se pueden identificar:

– Captar la atención del grupo e impactar favorablemente en la motivación del mismo

– Generar el ambiente apropiado para estimular el aprendizaje

– La gran diversidad y amplio rango de intereses de los estudiantes

– La significativa variabilidad de sus conocimientos previos

– El tamaño de los grupos

– La gestión del tiempo para cubrir los contenidos especificados o que adquieran el nivel esperado en las competencias a desarrollar

– Los procesos de evaluación y retroalimentación empleados

– El uso apropiado de algunas tecnologías, además de muchos otros que dependen del nivel educativo y que los docentes conocen bien.


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